Doña Genoveva






¿Quiere un gato? Es que las dos gatas de casa parieron y tengo un montón de gatitos lindísimos. Vamos para que los vea.

Así empezo todo. Las gatas de doña Cecilia, mi vecina, habían tenido gatitos y ella andaba como loca buscándoles casa.

Todos me ignoraron excepto una gatita negra. Apenas llegué dejó de jugar y se sentó a verme. Hummm, ¿ Y usted quién es? ¿Qué hace aquí? ¿Qué quiere?.

Nunca cambió. Con esa misma carita recibía a todo mundo, no importaba si ya los conocía o no. Era desconfiada y distante. A mi siempre me pareció que le gustaba la soledad. "Uy, pero que gata más arisca". Entonces salía yo en su defensa: "No, ella es una dulzura, se duerme en mi pecho, y eso que no la has visto "marchar". Siempre que estoy en la compu se me acuesta en el regazo y ahí se queda; vieras lo feliz que se pone cuando llego...lo que pasa es que sólo me aguanta a mi".

Era mi gata, sólo mía y yo era su humana sólo de ella. Era tan celosa que nunca me perdonó la llegada de Pati, mi otra gata, a nuestras vidas. Mi doña Genoveva, ¡qué dificil sos!

Hace unos días nuestra vida cambió para siempre, doña Genoveva se fue. Tenía casi 13 años y se enfermó. ¿Que se hace cuándo una deficiencia renal se agrava? Antibióticos, suero, vitaminas...nada funcionó. Intenté todo, y al final, tuve que dejarla irse. La última noticia fue sangre en la orina, agravamiento de la infección, dolor. Mi pobrecita niña estaba sufriendo.

Qué difícil fue decirle al veterinario, "está bien doctor, hágalo". De pronto ya estaba hecho, ya no había marcha atrás, mi gata se estaba yendo y yo sólo podía quedarme ahí y acariciarle la cabecita como le gustaba.

Pati ha estado triste, a veces la llama para que salgan juntas al sol.


No pude poner una foto, tal vez después.


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